
Todo comienza con un proceso de aceptación que es
duro sobre todo cuando un ser querido enfrenta una enfermedad terminal, la
familia se encuentra en un dilema emocional. Por un lado, desean que la persona
permanezca con ellos el mayor tiempo posible; por otro, ven el sufrimiento
diario y comprenden que la muerte puede ser el descanso que el paciente
necesita. Aceptar que ha llegado el momento de dejar ir es un acto de amor y de
compasión.
La negación es la primera barrera que enfrentan
muchos familiares. A veces, la esperanza de un milagro nubla la realidad
médica. Sin embargo, los profesionales de la salud deben acompañar a las
familias en este proceso, brindando apoyo emocional y explicando con claridad
la evolución de la enfermedad. La información y la preparación emocional son
claves para facilitar la aceptación.
Cuando llega ese momento al que nadie debería
enfrentarse pero que todos, un día sufrimos o padecemos de la pérdida de
alguien muy querido y para lo cual no hay un manual de cómo hacer, se trata de
un camino personal que cada individuo recorre de manera distinta, pero según la
psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross experta en la materia es un proceso que suele
atravesar cinco etapas:
- Negación: La dificultad para aceptar la
realidad de la muerte inminente.
- Ira: Sentimientos de rabia y frustración,
preguntándose por qué la enfermedad llegó a su ser querido.
- Negociación: Buscar maneras de cambiar el
desenlace, incluso a través de promesas o rezos.
- Depresión: La tristeza profunda al reconocer la
pérdida inminente.
- Aceptación: La comprensión de que la muerte es
parte de la vida y que el ser querido merece descansar.
Es importante entender que estas etapas no siguen
un orden lineal y pueden repetirse en diferentes momentos del duelo eso depende
de cada persona en particular.
Existen sentimientos contrapuestos como es de
Alivio y Culpa, cuando un ser querido ha sufrido por una enfermedad larga y
dolorosa, es natural sentir alivio cuando su sufrimiento termina; sin embargo,
este alivio suele venir acompañado de un sentimiento de culpa. Los familiares
pueden preguntarse si hicieron lo suficiente, si tomaron las mejores decisiones
o si pudieron haber encontrado otra alternativa.
En estos momentos, es esencial recordar que todo
lo hecho fue desde el amor y el deseo de ver al paciente en paz. La culpa es un
reflejo del cariño profundo y del vacío que deja la persona en nuestras vidas.
Es importante hablar de estos sentimientos con un profesional de la salud
mental o con personas de confianza para procesarlos de manera saludable.
Aceptar la muerte no significa olvidar, el legado
del ser querido, de esa persona que partió sigue vivo en quienes la amaron, recordar
los momentos felices, mantener sus enseñanzas y honrar su memoria permite
transformar el dolor en gratitud. Muchas familias encuentran consuelo en
rituales, cartas de despedida o espacios de recuerdo donde pueden seguir
sintiendo la presencia de su ser querido.
Nadie debería atravesar el duelo en soledad, es
un momento difícil, buscar apoyo en familiares, amigos, grupos de ayuda o
profesionales es fundamental, no tiene un tiempo establecido y cada persona lo
vive de manera única.
Aceptar la muerte de un ser querido y permitirle
partir en paz es un acto de amor inmenso, no se trata de olvidar ni de dejar de
sentir, sino de aprender a vivir con la ausencia y valorar el tiempo
compartido. En el dolor del adiós, también existe una forma de amor eterno que
nunca se desvanece.
Es un artículo con un tema de interés general,
refleja el sentir de todos los que perdemos un familiar cercano y querido que
dejan un vacío insustituible, sobre todo cuando se está lejos de ellos y no pudimos
despedirnos como quisiéramos.
En memoria de todos los que partieron de esta
vida y a los que han sentido ese dolor único de perdida que estas líneas le
sirvan de consuelo….
A mis padres, familiares y amigos que se fueron